El asesinato del Cardenal Posadas: Retrato de la impunidad en México

Hoy hace 30 años fue asesinado el Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en el Aeropuerto de Guadalajara. Según la historia oficial, plagada de inconsistencias, se encontró en el fuego cruzado entre cárteles, y posiblemente fue confundido con el Chapo Guzmán. La leyenda urbana y el conocimiento popular es que el asesinato fue fraguado desde la PGR por mil razones: por tener información de nexos del más alto nivel de gobierno con el narcotráfico, por haber impulsado el reinicio de las relaciones diplomáticas con el Vaticano (que fueron cortadas desde la guerra Cristera, en 1926), y un sinnúmero de hipótesis más. En cualquier caso, lo cierto es que a tres décadas, se ve francamente imposible develar la verdad y menos a nivel jurisdiccional o público.

El asesinato de un purpurado de la Iglesia Católica en México es ahora un recuerdo más de la impunidad que impera en nuestro país. Los gritos de «justicia» que recibieron al presidente Carlos Salinas de Gortari cuando se apersonó en el velorio fueron absolutamente ignorados. Si esto sucede con una persona de la categoría de un Cardenal, ¿qué podemos esperar de los desaparecidos que son personas comunes y corrientes? ¿Qué posible solución o justicia podría tener un robo o cualquier otro delito que parece mucho menor que un asesinato? Nadie tiene derecho a la verdad en un sistema como este.

Igualmente, es una muestra patente de la justicia selectiva que parece el modus operandi de nuestras autoridades. ¿Por qué se hacen comisiones de justicia para casos como los muertos de la guerra sucia de los 70’s o los 43 estudiantes de Ayotzinapa, pero hay un mundo de casos (incluso igual de mediáticos) que son ignorados, desestimados con las hipótesis más burdas que puedan imaginarse? Porque así como el Cardenal Posadas fue asesinado por «confusión con el Chapo Guzmán», Luis Donaldo Colosio fue víctima de un «tirador en solitario» poco menos de un año después. Parece que desenterrar los cadáveres del pasado depende del ánimo de politiquería y confrontación de cada gobierno, así como su bandera ideológica — mírese, por ejemplo, el mismo caso de Colosio que se está ponderando revivir.

Claro, seguro las autoridades pueden defenderse con la excusa de que la gran cantidad de crímenes que enfrentamos en México hace imposible su solución. Básicamente, que es una mala suerte haber nacido en un país maldito por su cantidad de gente y criminales. Si sucede un robo, «lo bueno es que se quedó en lo material». Si sucede una desaparición o un asesinato, «hay que dar gracias por el tiempo que estuvo con vida». Una sarta de excusas cínicas para justificar la incompetencia gubernamental y buscar que el mexicano continúe con su vida sin preguntar o exigir nada más.

Después del magnicidio del Cardenal Posadas, hoy sólo queda un pequeño monumento de conmemoración en el estacionamiento donde fue asesinado — que parece minúsculo y cada vez más olvidado alrededor del tráfico en la terminal aérea, en pleno proceso de renovación. A pesar de ello, la estatua nos exhorta a no olvidar el artero asesinato que hoy sigue impune, y a exigir que las autoridades hagan lo que tengan que hacer para traer justicia y seguridad a la ciudadanía.

Por J. Francisco Macías C.

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