El 31 de marzo se llevó a cabo la segunda sesión de Chelas x México en 2023, donde se discutió sobre la negligencia de las autoridades y su relación con la violencia. La necesidad de tratar el tema surge con la tragedia de Ciudad Juárez, donde (hasta ahora) han fallecido 40 migrantes que estaban detenidos por el gobierno mexicano a través del Instituto Nacional de Migración, dependiente de la Secretaría de Gobernación. Como en ocasiones anteriores, el objetivo de esta publicación es recapitular lo discutido, para evitar que las ideas caigan en el olvido y permitir que construyamos sobre ellas soluciones valientes para los problemas que nos enfrentamos.
Después de toda la discusión, disfrutando una buena cerveza, me parece que se puede resumir todo con una frase lapidaria:
La corrupción mata
En efecto, aunque en algunos casos parece que no importa, desvirtuar el servicio público para un beneficio personal o simplemente actuar con negligencia culpable a la larga termina costando vidas humanas. Ya sea un edificio que se construye con permisos «chuecos» (no olvidemos las víctimas del Colegio Rébsamen) o la omisión en luchar contra crímenes que parecen inofensivos (como el caso de la explosión en Tlahuelilpan).
El incendio en el centro migratorio de Ciudad Juárez ilustra de manera tristemente certera esta idea. Los migrantes fallecidos son una prueba de lo que sucede cuando se tiene el cinismo de poner personas sin experiencia ni conocimiento en puestos claves por malditos compadrazgos, que terminan operando de manera negligente, desviando recursos, y extorsionando a personas en situación de vulnerabilidad por un beneficio económico. Estas situaciones lamentables no son casos aislados o fortuitos, son resultado de procesos sistemáticos de corrupción, tan vigente hoy como hace 80 años.
El Presidente de la República declaró que le dolió mucho, pero que la diferencia con ellos es que no iban a ocultar la verdad ni a proteger a nadie, y que además estaban trabajando para mejorar la situación de los migrantes. Viendo los resultados, es clara la burda mentira que nos echó en cara este funcionario público. Porque los titulares de los órganos gubernamentales correspondientes (Secretaría de Gobernación, Instituto Nacional de Migración y Secretaría de Relaciones Exteriores, cuando menos) se escudaron en sus subalternos, y el gobierno lanzó una cacería de brujas contra policías, guardias de seguridad o los mismos migrantes, mientras que los titulares se comportaron como unos pusilánimes cobardes sin dar la cara.
Igualmente, debemos cuestionarnos, después de casi 5 años en el gobierno federal, ¿de verdad tener a los migrantes en esas condiciones es muestra de que están luchando por mejorar su situación de vulnerabilidad? Se sabía que lo migratorio no funcionaba por casos similares anteriores (como la Estación Migratoria La Mosca, ubicada en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas) y simplemente decidieron no hacer nada. En la vida real, no se destina presupuesto para proteger a la gente, sino que se parte de la demagogia para llegar al poder y después enfocarse en los proyectos que de verdad les interesan (los elefantes blancos del presidente y las próximas elecciones), ignorando a las personas que los llevaron a donde están.
Muchos han dicho que los titulares de las secretarías gubernamentales involucradas deberían renunciar. En Chelas x México nos preguntamos, ¿hasta donde llega la responsabilidad en la cadena burocrática? En general concluimos que tal vez los titulares no estén obligados a renunciar, pero por simple humanidad y honestidad profesional, deberían cuando menos pedir perdón, ofrecer soluciones concretas más allá de procesos penales. En resumen: el pueblo, como patrón de estos funcionarios, tenemos derecho a que nos digan la verdad a mirándonos a los ojos. Y claro, en un caso aparte, aquellas personas que estuvieron involucradas directamente (como el director del Instituto Nacional de Migración) y su equipo en el Estado, sí deberían renunciar por simple decencia política y humana.
Tristemente, es claro que no sucederá nada. El gobierno apuesta al olvido, a la realidad de que los más débiles en nuestra sociedad (como son los migrantes o los niños con cáncer) serán olvidados bajo el peso del enorme capital político que aún detentan. Es la maldita politiquería que nos venden, y que nosotros compramos todos los días.
¿Qué nos queda por hacer? Recordar. No dejemos que se olviden los nombres de Marcelo Ebrard Casaubón y Adan Augusto López Hernández como funcionarios públicos negligentes y cobardes. Que no se olvide el nombre de Francisco Garduño Yáñez como un corrupto incompetente que costó vidas inocentes que estaban bajo su custodia. Exigir. Que el servicio civil de carrera se vuelva una realidad que fortalezca el sistema gubernamental y evite que estos eventos sigan siendo un resultado sistémico de la indolencia y cinismo de los funcionarios de gobierno.
Recordar y exigir, en memoria de los que han muerto víctimas de un Estado negligente e impune.
J. Francisco Macías C.

[…] en el caso del centro de detención migratoria en Ciudad Juárez, Chihuahua. La corrupción mata (tal como lo dijimos en nuestra entrada al respecto), y nosotros nos volvemos cómplices cuando dejamos que ésta se perpetúe sin denunciarla de […]
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