Romantizar a los criminales en México

Hace algunos días, me topé con un artículo de un columnista contando la historia de cierto grupo revolucionario de la década del 70. Aunque el recuento de los hechos me pareció interesante y (por lo menos a lo mejor de mi conocimiento) acertado, hubo una oración que utilizó en sus conclusiones que me desconcertó profundamente: «Se puede estar a favor o en contra de los métodos que utilizaron estas organizaciones políticas, lo cierto es que apostaron por transformar este país para que hubiera democracia y justicia social«. Esta afirmación me pareció profundamente descuidada y peligrosa en sí misma, por lo que decidí escribirle un correo con una crítica constructiva al respecto; mismo que, a la publicación de esta entrada, no ha sido contestado. Aunque no quiero realizar más referencias expresas al artículo, me parece necesario compartir las ideas principales de mi queja, pues creo que aplica también para muchas otras expresiones del debate político, histórico y cultural en México.

Para comenzar, quiero centrarme en la frase “Se puede estar a favor o en contra de los métodos que utilizaron estas organizaciones políticas (…)”. Leída al aire puede parecer una referencia imparcial; pero como siempre, la porquería está en los detalles. Hay ciertos métodos con los que no podemos estar nunca a favor, por ejemplo, el secuestro, el homicidio, la guerrilla contra civiles inocentes y, en general, el terrorismo con fines políticos. Incluso abrir la posibilidad a comulgar con dichos métodos suscita muchas interrogantes. Es imperativo condenar la violencia de parte de quien venga, ya sea del gobierno establecido o grupos sociales, sin importar su signo ideológico. No podemos siquiera dejar la puerta abierta al uso de la violencia para fines políticos en ningún sentido.

En segundo lugar, veamos la frase «(…) lo cierto es que apostaron por transformar este país para que hubiera democracia y justicia social«. Nuevamente nos encontramos frente a una afirmación que puede parecer inocua, misma que también tenemos que analizar con precisión. Es común que se refiera a ciertos grupos revolucionarios de izquierda de estas formas románticas e idealistas. Quién no ha escuchado frases emblemáticas que se adjudican a líderes como el Che Guevara: «prefiero morir de pie a vivir arrodillado». Resulta problemático que no hayan tenido tanta difusión otras frases adjudicadas a los mismos personajes, como el mismo Che Guevara: «Para enviar hombres al pelotón de fusilamiento, la prueba judicial es innecesaria. Estos procedimientos son un detalle burgués arcaico». A lo que quiero llegar con esto es que no simplemente por estar de moda, sonar bien, o tener buenas intenciones, podemos defender u otorgar un «pase libre» a cualquier grupo. Una ciudadanía consciente debe analizar con detalle no sólo los postulados de los grupos, sino sus verdaderos fines y los medios que usan para alcanzarlos. No dejarse llevar simplemente por eslóganes pegajosos y románticos, sino analizar quién lo dice, qué es lo que busca y qué acciones toma.

Si bien mi crítica específicamente fue suscitada por un artículo en concreto, el mensaje es aplicable en términos generales a otras situaciones. Hoy aplico estas observaciones a los grupos revolucionarios de hace 50 años, pero quién sabe si mañana se busque usar argumentos similares para defender al crimen organizado a pesar de que estamos sufriendo profundamente por sus acciones y que nos cuesta día con día la sangre de millones de mexicanos. Sin importar cuantos corridos se compongan para ensalzar a sus líderes y sus actos criminales, y cuántos ensayos se escriban para justificar sus acciones, nunca podrá ser aceptable lo que estas organizaciones han hecho con nuestra sociedad y nuestro México.

No podemos aceptar el uso de la violencia para fines políticos en una sociedad que se dice democrática. Tampoco podemos permitir que grupos criminales y/o terroristas blanqueen sus actividades frente a la sociedad con campañas publicitarias y buenas intenciones. Apegarnos a la verdad y llamar a las cosas por su nombre como base de una cultura de paz es la única forma de permitir la reconciliación de un país azotado por el crimen y herido por la violencia. En México debemos crecer como sociedad crítica: no podemos permitir que se haga apología del terrorismo y del crimen con fines políticos.

J. Francisco Macías C.

Deja un comentario