Chelas x México 1 (2023): Violencia desde el poder

El pasado 1o de marzo se llevó a cabo la primera sesión de Chelas x México en 2023, organizada por Proyecto Patriota. La discusión giró en torno la creciente polarización y crispación política que estamos viviendo, y que se acerca peligrosamente a un abierto llamado a la violencia. En este escrito no quiero resumir lo platicado, ni presumo representar las ideas de todos los asistentes a este evento. Mi objetivo es compartir algunas reflexiones sobre el tema, atemperadas y profundizadas por el debate con buenos amigos mientras compartimos una deliciosa cerveza.

Incitar a la violencia nunca es adecuado, ni siquiera en la esfera privada. Alguien podría considerar que es aceptable en el caso de los actores públicos, porque el debate político requiere confrontación y cierto «golpeteo» para mostrar la diferencia clara entre posturas y planes; pero estamos hablando de algo totalmente distinto. Lo que estamos viendo en México son actores políticos usando su exposición mediática para azuzar la discordia entre ciudadanos por el simple hecho de pensar distinto o de no estar de acuerdo con los planes o propuestas de uno u otro. Y debemos considerar que las personas tomando estas posturas tienen poder de convocatoria y seguidores, que a pesar de que puedan argumentar que no quieren «soltar al tigre» y que simplemente están expresándose, lo cierto es que sus palabras y actos pueden tener consecuencias (supuestamente) no deseadas — desembocando en violencia entre ciudadanos que deberían ser hermanos.

Cabe señalar, además, que si bien el ejemplo más claro con que nos encontramos es el llamado a la intolerancia y división social desde la mañanera del Presidente, llena de descalificaciones y mentiras, lo cierto es que los ejemplos se replican en todo el país y en todos los niveles: desde la impresentable gobernadora de Campeche haciendo alarde de espionaje para confrontar con un líder político totalmente desprestigiado, pasando por las intrigas y descalificaciones de gobernadores de Morelos y Nuevo León, hasta los pleitos de barrio entre el gobernador de Jalisco y la universidad pública.

No podemos olvidar que, en esencia, el sistema político existe para asegurar un ejercicio armónico del poder; y, en el específico caso de nuestro país, por su historia, también para establecer reglas de transición pacífica entre diferentes actores. Si son los mismos actores quienes incitan a la violencia, están socavando la base que les da un foro en el que participar, el fundamento mismo del Estado mexicano post-revolucionario.

Con estas ideas en mente, es claro que quienes incitan la violencia desde el poder están actuando contra su mandato social de guiar a la comunidad a una realidad más justa y más humana. A pesar de esto, este tipo de acciones se perpetúan porque no sólo no hay consecuencias, sino que pueden cobrar jugosos réditos electorales (más bien, electoreros). La total impunidad del político resulta en incentivos perversos para continuar la confrontación sin importar el desgaste del tejido social que se está provocando.

¿En verdad esto es lo mejor a lo que podemos aspirar como mexicanos? No lo creo. Me resisto a creerlo. México necesita mejores políticos y actores públicos, que sean promotores de la paz.

Platicando en ediciones anteriores de Chelas x México, hemos reflexionado sobre lo que puede hacer el ciudadano en el contexto de la violencia. En algunos casos, hemos tenido conclusiones positivas, como la importancia de denunciar los delitos para eliminar la «cifra negra» y la conciliación en conflictos vecinales. En otros casos, las ideas no son tan alegres — como la indefensión ante elementos del crimen organizado con armamento del nivel del ejército. En este caso, ¿cómo podemos hacer frente a actores con poder mediático cuando menos, y poder político real en muchos casos? ¿Cómo enfrentar a un político?

Ciertamente, no podemos caer en su juego. Sumarnos a la violencia (verbal o física) sólo legitima sus pérfidas estrategias para permanecer en el poder y, en el peor de los casos, resulta en innecesario derramamiento de sangre — México es tristemente famoso por la cantidad de políticos asesinados en su historia democrática. No, tenemos que ser mejores que eso.

Para tener los políticos que queremos es necesario participar con determinación y arrojo, con argumentos y amor por nuestra patria y comunidad. Los ciudadanos debemos enfrentarnos a los actores políticos a través del debate para conminarlos a que se comporten a la altura del puesto que desempeñan por elección o que acaten la responsabilidad que tienen como factores de poder de participar como promotores de la paz.

J. Francisco Macías C.

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